15 agosto 2011

"La idea es llegar a Argentina: pero sin planearlo"

Fotografía: Aldana Gómez Agüero

Llegar sin pensarlo, acercarse sin pedirlo y un viaje diario resumido en aprendizaje, es el objetivo. Despertar sin conocer hasta donde se llegará, es el norte adonde apuntan las brújulas de las ‘mochileras’ argentinas Aldana Gómez Agüero y Yanina Belén Aguirre.

Por: William Puche Barraza | Junio 2010 |

Cuando sus pasos estaban en su natal Córdoba Argentina, las ganas de viajar eran inevitables. Despertar viendo la puesta de sol sobre el majestuoso lago Titicaca (Altiplano peruano-boliviano), o desayunar algún exquisito plato típico en las costas brasileñas, era ‘justo y necesario’. Recorrer el continente latinoamericano y descubrir sus raíces, respirar sus diversas y opuestas culturas, entender el mensaje de cada himno nacional y sentirse parte del mundo, son la firma renovada que trazan en cada viaje estas dos ‘mochileras’ que gracias a las caras del azar, comparten un pedazo del destino. Este es sólo un fragmento de vida de dos personas que se unen para contar la misma historia: viajar dejando el miedo atrás.

El día empieza y la rutina intenta acercarse a las manecillas de mi reloj. 4 de junio del 2010. Todos los planes que haré en mi día ya están organizados alfabéticamente y en orden cronológico. Todo en mi agenda, salvo una cosa: encontrarlas sin buscarlas. Un email de un amigo en común es quien me dice que ellas existen y que están pasando por Medellín. Una llamada de número desconocido a mi celular, fue la prueba de que todo lo que sucedía, era cierto. “Hola, Willy. ¿Cómo estás, ché? Te habla Yani, la amiga de ‘Rulo’. Él me dijo que podía hablarme con vos, estamos en Medellín. ¿Podemos vernos?”. 


Luego de fijar nuestro punto de encuentro estación Aguacatala , reconocerlas no fue, en lo absoluto, algo difícil. Cargando cada una su mochila Deuter: Women's Futura Zero 40 L Backpack, y para ‘alivianar’ peso, dos maletines más al hombro, Aldana de gorro rojo, y Yanina de cabello castaño, esperan con el mismo misterio que yo nuestro encuentro...

Luego de contar varias historias, de compartir un poco de música de cada lugar a donde llegaron, y tras varias cervezas acompañando los fideos vegetarianos que cenamos en mi apartamento, la pregunta era ya obvia: - “Hey, chicas. Tengo algo de mate de mi último viaje a Argentina, ¿quieren tomar?”. La respuesta, casi al unísono, fue un grito parecido al festejo de una eufórica ‘barra brava’ cuando celebra el  ‘gol’ de la victoria en un partido de fútbol. “Qué bueno que está, ché. No sabés como extrañábamos el tomar mate. Qué increíble”, dice Yani mientras ‘ceba’ el mate para todos. Ya la noche está tocando el timbre, y el sol poco a poco, se pierde a la distancia. “Esto vale celebrarlo. El mate me recuerda mi casa: mi vieja, mis amigos, todo. Qué grande, ché. Voy a poner algo de música. ¿Te gusta Yann Tiersen?”, va diciendo Aldana mientras se quita su sombrero rojo, y deja ver claramente como su cabello negro hecho dreadlocks combina a la perfección con unos ojos color aguamarina que adornan su pecoso rostro. 


Mientras el violín de Yann Tiersen, con su tema Sur le fil, invade tenuemente cada rincón de mi apartamento, es imposible no mirar los exóticos aretes, pulseras y collares que Yani viste sobre su cuerpo color canela. “Todo lo que pueda vestir, trato de hacerlo con mis manos. En el viaje aprendí muchas cosas, y bueno, ¿viste? Aún faltan un montón, pero las manualidades fueron una de ellas. Nos vestimos con ropa reciclada prácticamente”, expresa Yani, mientras deja escapar una bocanada del PIELROJA que sostiene en su mano izquierda. A su vez, Aldana mueve la cabeza al ritmo de la inmortal Giros de Fito Páez, mientras disfruta de los últimos sorbos de mate que aún quedan.


Luego de sentir la vibra de mis acompañantes, decidí sin dudar un segundo más–, cambiar los planes ya establecidos. Uds. son de Córdoba, Argentina, y yo soy de Córdoba, Colombia: ¡semejantes cordobeses somos!

William Puche: No pensé que su llegada a Medellín cambiaría muchas percepciones. Para serles francos, debo presentar un perfil para la nota final de ‘Géneros periodísticos’ en la Universidad, y ya había hecho algo… Pero como dicen por ahí: “Soldado que huye, sirve para otra guerra”, así que algo me dice que de Uds. debo hablar. ¿Qué dicen?

No seas boludo, ché. ¡Un montón te vas a atrasar! Un cero vas a sacar con nuestra historia. ¿Estás seguro?", pregunta Yani mientras mira a Aldana con tono escéptico.


W.P: Y claro. No todos los días se comparte con mochileros en casa. ¿Soltamos la primera pregunta?

 ¿Y qué decís vo’, Jani?
Y dale que no pasa nada, Aldi. ¡Preguntános lo que quieras, Willy!

Mientras Aldana se anima voluntariamente a responder mis preguntas, Yanina practica ágilmente swing de banderas en el balcón de mí apartamento para no perder el ‘ritmo’. Su sonrisa es inevitablemente notoria. Las banderas pareciera que fueran una parte más de su cuerpo.

W.P: Pregunta para Aldana: ¿Por qué escogiste la vida de mochilero?

Aldana Gómez: Elegí ser mochilera para viajar, para aprender. También, obvio, soy feliz haciendo esta vida. Me gusta conocer lo desconocido. El viaje te sorprende en cada paso del camino, y bueno, no todos tienen la fibra del mochilero.

W.P: Siempre he tenido una duda al respecto, ¿cuál es la diferencia entre mochilero y turista? ¿Cómo es esa diferencia?

A.G: Y mirá… El turista es quien sale a viajar en las vacaciones que tiene, en el momento que se lo permiten. Eso no significa que esté mal, pero bueno, para hacerte la diferencia con nuestro estilo de vida, tengo que decirte esto. En cambio, el mochilero sólo dice: “Me voy y no sé cuando vuelvo”. Nuestro trabajo es viajar, y cuando no estamos trabajando, también viajamos, así que todo el tiempo estamos en la ruta.

W.P: Equipaje necesario para cubrir cualquier eventualidad se debe tener en el camino. Veo en éste: hilos, condimentos, utensilios, juguetes, alpaca, pinzas, carpas, y muchas cosas más. La pregunta concreta es, ¿Qué NO es necesario para un mochilero portar en el equipaje?

A.G: El pasado. El pasado se debe quedar en el pasado. Sólo vivir el presente.

W.P: Todo el tiempo viajando y viajando: hoy aquí, mañana tal vez allá o no sé, ¿Existe la monotonía en tu vida?

A.G: No y sí (Risas). No, porque al viajar todos los días, absolutamente todo es distinto, pero hay veces que te quedas en un lugar, y el aburrimiento te dice: “Arrancá de acá o sino…”. Y bueno, en verdad todo los días se aprende del cambio, y de eso se aprende. Cuando logro hablar con amigos de la ‘facu’ (universidad), del país, que sé yo, siempre responden lo mismo: “…Y todo anda bien, todo anda igual”. La monotonía es el motor de las bocinas pitando todo el tiempo, de los que putean a diario, de la mala onda que se respira cuando se despierta la ciudad.

W.P: ¿Cómo toma la familia la idea de que un miembro del hogar sea mochilero?

A.G: Primero tenés que organizar todo en casa, en el estudio, en todo. Al principio de ‘pendeja’ (pre-adolescente) viajaba con amigos, pero no salía del país. Cuando decidí lanzarme al camino, le dije a mi ‘vieja’, me acuerdo en septiembre del 2008: “Ché, Ma’, en diciembre me voy a viajar”, y luego a los meses volví a tocar el tema y le dije: “Y no sé por cuánto tiempo”. Ella vio el crecimiento espiritual y físico en esos meses de preparación. ¡Y la mejor!

W.P: Nada mejor que el apoyo de la familia en las decisiones que uno, como individuo, toma seriamente. ¿Cómo se maneja el miedo en el camino?

A.G: La verdad es que muchos, pero muchos amigos hacen, por miedo, lo que todos los demás hacen. Si crees en el miedo, éste duerme en tus pupilas. Además, la ‘vibración positiva’ hace que la luz habite en tu viaje. Yo creo que el viaje es positivo, y lo positivo es lo que te lleva a ti.

W.P: Tantos kilómetros recorridos, tantas paradas y tantos lugares conocidos. ¿Cómo sobrevives el día-día? ¿Algún trabajo?

A.G: Y la plata es un ‘mal necesario’, ¿viste? Y sí, hay que comer, no se vive del aire. Yo vivo del arte, de las ideas que están flotando en mi imaginación. Trabajo en los ‘faros’ (semáforos) haciendo malabares y jueguitos. En Córdoba ya lo hacía, así que se me hace ‘re-copado’. También hago artesanías, manualidades (pipas de caña), tejidos (macramé), alpaca (filigrana), todo es actitud. A punta de malabares, aunque no creas, puedo comprar una tierra y construir un hogar.

W.P: Todo es actitud. Así es. ¿Cómo llegas a Colombia? ¿Cómo fue tu ruta?

A.G: De Córdoba, Argentina, llegué a Brasil. Ahí estuve dos meses de pueblo en pueblo, de ciudad en ciudad, hasta que un día me di cuenta que había llegado a Venezuela. Allí tardé ocho meses, y por estar de ‘ilegal’, llegué a Cúcuta, Santander, y pasé a Colombia. En cada país, te dan tres meses de permiso. Si se vence tu permiso, hay que salir del país, volver a entrar y renovar el permiso. Todo ese recorrido lo hice sola, todo a mi ritmo, a mi tiempo.

 ¡Chicos! Preparé más mate. ¿Alguno quiere tomar?¡Uhhh! Qué buena esa, Yani. De tanto hablar se me había olvidado que teníamos mate. !Qué ‘boluda’ soy!

Mientras Aldana ‘ceba’ el mate esta vez, Yani entiende por mi forma de mirarla, que el tiempo de su intervención ha llegado.“¡Srta. Aguirre! Venga y siéntese en el estrado. Su interrogatorio ha empezado”. La carcajada en ella es inmediata y con una sonrisa de ‘oreja a oreja’, me dice: “Dale, ché. ¿Qué quieres saber?”

W.P: Contigo voy a ser algo sentimental (Risas). No mentira. Hablando fuera de broma, ¿Desde cuándo empezaste a viajar?

Yanina Aguirre: ¡Desde hace ‘ufff’! Qué montón de tiempo ando viajando, ché. A partir de los 16 años. En un momento sólo era por los alrededores de la Argentina, luego, poquito a poquito, ya estaba conociendo Chile, Bolivia, Paraguay… Hoy estoy en Colombia: el próximo paso no sé donde será, pero quiero conocerlo.

W.P: Ya hace tiempo que estás fuera de casa. ¿Qué es lo que más extrañas de tu hogar?

Y.A: La familia, ¿cómo se olvida uno de la familia? Es imposible hacerlo. Extraño a mi perra Kristal, mi perro Lechuga, los mates con criollito de la mañana, las tardes con mi ‘abue’ Aydé (abuela), las peleas con mi hermano Miguel… Pero bueno, soy una guerrera de luz, y me encanta hacer lo que hago. Siempre me soné así.

W.P: ¿Qué se aprende en sí en el camino?

Y.G: Y, aprendí a respetar opiniones, y tomar decisiones. Aprendí a sacarme la ‘mala onda’, y ante todo, aprendí a caminar: ¡Qué ‘copado’!

W.P: ¿Alguna experiencia inolvidable en el viaje?

Y.G: Me encantan los deportes extremos. En las playas de Manglaralto (Ecuador), aprendí a surfear. Hice sandboarding en el desierto de San Pedro de Atacama (Chile). Conocer Machu Pichu (Perú) ha sido increíble: mucha historia, el espíritu nativo aún permanece allí. Se puede tocar las nubes en ese lugar.

W.P: ¿Y la experiencia en Colombia cómo ha sido? ¿Cómo te ha tratado mi patria?

Y.G: Este es un país que todos los mochileros amigos que hemos conocido nos han recomendado. A Colombia entré por Rumichaca, luego Ipiales, de ahí Pasto hasta Popayán… Me enamoré profundamente de Cali: ¡Qué grande esa ciudad! Andaba todo el día bailando ‘salsa brava’. Esta canción me la aprendí de tanto cantarla: |”…Cali pachanguero / Cali, luz de un nuevo cielo…”|
Qué ‘temazo’. Increíble.

W.P: Bastante lindo es Cali. Es una gran ciudad. Hay algo que no entiendo, ¿cómo das con Aldana? ¿Se conocían de Córdoba?

Y.G: No, para nada. Córdoba es la segunda ciudad más grande de Argentina, así que ni por ahí. Nada de nada. Con Aldi, me conozco en Bogotá (Colombia) en una casa de ‘locos’ (mochileros). Nos reconocimos por el acento, y claro, estaba ‘piola’ que las dos fuéramos de Córdoba, así que nos hicimos re-amigas al instante.

W.P: Nada es coincidencia en la vida para mí. Conociste compañera de viaje, y de la misma tierra para rematar. ¿Y de Bogotá para donde fueron?

Y.G: Y de Bogotá, nos fuimos en un ‘circo-camión’ hasta Bucaramanga. Allí hacíamos lo suficiente para seguir en la ruta. Malabares en el ‘faro’, ventas de artesanías… Ganábamos lo suficiente con nuestros gustos abordo. Pero el ritmo del ‘circo’ nos aburrió y decidimos irnos para La Guajira y conocer por esa zona.

W.P: ¿Cómo fue la experiencia en La Guajira?

Y.G: Increíble. Todo es lindísimo allá. Lo primero que conocimos fue Riohacha, de ahí nos fuimos a Santa Marta. Yendo de Santa Marta para Tagánga, vimos un paisaje hermoso, y le dijimos al conductor del colectivo que nos dejara en la carretera. Ese divino paisaje se llamaba Palomino.

W.P: ¿Una palabra para describir Palomino?

Y.G: Mangos. Cocos. Mar. Brisa. Palomino es tierra de PAZ.

W.P: Hay que conocer Palomino. En estos días lo visitaré. ¿Y de Palomino para donde arrancaron?

Y.G: Nos fuimos para Tagánga de nuevo, y pasamos por Santa Marta una vez más. De Santa Marta, con una plata que habíamos juntado, nos fuimos, directo, para acá, para Medellín. 13 horas de viaje, boludo. (Risas)

W.P: Y de esta nueva parada, ¿siguen para Argentina?

Y.G: La idea es llegar a  Argentina, pero sin planearlo. El próximo destino, es lo desconocido. Aunque, la verdad es que queremos conocer San Agustín (Huila).

W.P: ¿San Agustín? Qué mal colombiano soy. Uds. conocen más mi país que yo. ¿Por qué San Agustín?

Y.G: Y, porque es montaña, ríos y cascadas. Naturaleza, frío, tranquilidad y opio. Queremos conocer allá porque entenderemos muchas respuestas.


– !Ché! ¿Todavía están con esto? ¡Qué largo que está!

– Faltabas tú en la mesa… Te dábamos por dormida. Ya que hablaste, responde esta penúltima pregunta: Luego de llegar a Argentina, ¿Qué tienen planeado?

A.G: Llegar, y seguir.

W.P: ¡Qué espíritu! No han llegado, y ya están con ganas de continuar con el recorrido. ¿Cómo viven el amor? ¿El amor cambia algo?

Y.G: Y, es como todo, ¿viste? Si querés cambiar tu ruta, podés hacerlo por alguien. Siempre se viene y se va desde un camino. No nos negamos a enamorarnos, nos encanta el amor. Nos la jugamos por AMOR.

Mochileras a morir que siguen cada latido de su instinto, cada pulsación de su brújula, y ante todo una magia que convence que todo estará mejor. Dos personalidades en común, con muchas cualidades en contra, pero ante todo, una espiritualidad que, no sólo te brindan confianza, sino que irradian pureza, alegría y ‘buena vibra’.

– ¡Niñas! Los mejores deseos para ambas. Me ha encantado compartir este espacio/tiempo con personas cómo Uds., así que espero que los pies no se cansen de viajar nunca, y que cada vez, recorran mucho más. Recuerden que Colombia, es su casa, siempre.

W.P: ¿Una canción para despedirnos?

A.G / Y.G: El payaso y la nariz’. No nos sabemos el nombre de quien la canta, pero es un ‘temazo’, ché. En Venezuela, la ‘re-rompen’ con ese tema.

3 comentarios:

  1. Willi! me encantó! espectacular! leeré el sig! q rico escribes!!!!

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  2. Cindy López Salomé21 de agosto de 2011, 16:02

    simplemente maravilloso Sr De Roca... me encanta tu energía atraes cosas espectáculares, por favor dime que te quedó mate? jajajaja solo así viajo a medellin escuchamos unas de fito, otras de Zoe... y las mejores de Santtos

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  3. negro quedo super!!

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